Montserrat Roca Campillo
Curadora de la muestra y Gestora Cultural del Centro Cultural Borges
Cuando conocí a Pablo descubrí que estaba delante de alguien muy especial, distinto, con ideas en plena evolución, sin fronteras y sin límites para avanzar en calidad dentro del mundo de la plástica. No me equivoqué. Su constancia, su vitalidad, avanzan sobre el buen hacer. De esta manera su pintura es entrañable, de gran fuerza y honestidad muy unida a su autor.Produce en el espectador numerosas posibilidades, creaciones fieles y al mismo tiempo rebeldes, con una visión singular que parte de los propios conceptos y no de lo meramente temático. Visiones o agrupaciones de recuerdos abstractos y acaso inmortales, ángeles y duendes de auras y esa luz difusa, romántica que te invita a soñar. Personalmente destacaría la fuerza en el trazo y la excelencia con que juega elegantemente con los colores.
Estamos pues delante de un gran arista que solo empieza, que vive por y para la pintura, al que le falta espacio para inmortalizar lo que en su interior siente. El arte es una de las manifestaciones más sublimes del ser humano. Pablo tiene el don de saber comunicar con sus pinceles ese mundo interior sentido y maravilloso.